
Profesor Julio Faúndez y 40 años en la educación pública: «Un deportista es un estudiante para siempre»
Julio Faúndez (62) llegó a la Escuela Ciudad Santiago de Chile en el año 1997. Hace unas semanas, le otorgaron en la escuela un reconocimiento por su trayectoria como profesor de Educación Física en básica. Basquetbolista y nadador, el profesor ha sido seleccionado regional de Valparaíso por ambos deportes desde los 16 años. Pero eso no impidió que tuviese todo el tiempo y pasión para dedicarse a la pedagogía de lunes a viernes. Esta es su historia de entrega.
En 1984, Julio Faúndez era un joven deportista de 16 años. Vivía en San Felipe, en la Región de Valparaíso, «una ciudad que no es tan chica ni tan grande, pero si tu sobresalías en algo, se sabía», empieza a contar. Venía del Liceo de San Felipe, era presidente del Centro de Estudiantes, llevaba el estandarte en los desfiles y era seleccionado regional por básquetbol y natación. «Tenía el ego por las nubes», dice.
Fue en esa misma vida, en la que Julio Faúndez decidió entrar a estudiar Pedagogía en Educación Física a la Universidad de Playa Ancha. «Cuando salí de la básica, llegó una carpeta a mi casa. Yo nunca la vi, pero en el ’84, me encontré con esa carpeta y ahí estaba todo mi historial de prebásica y básica, con una foto donde salgo con 5 u 6 años. En uno de los documentos, había una pregunta que le hizo un docente a mi mamá, que era mi apoderada», recuerda.
La carta decía: ‘¿Qué le gustaría que fuese su hijo cuando grande?’. Y ella respondió: ‘Profesor’.
«Yo tenía 14 años cuando la encontré. Eso para mí fue muy revelador. Fue algo gatillante, visceral y emocional. Cuando me convertí en profesor de educación física, ella estaba muy feliz y orgullosa», continúa Julio Faundes con nostalgia.
Empezó a hacer clases ese mismo año en San Felipe. Pasó por la prebásica, la básica y la media. «Pero decidí quedarme con la básica», cuenta. «Porque aquí los chicos te esperan. Me esperan, me preguntan en el patio que qué vamos a hacer hoy día. A veces uno no puede venir, porque se resfría o por cualquier cosa. Y cuando vuelves, te preguntan por qué no viniste o si les vas a volver a hacer clases. Soy parte de sus vidas. ¿Cómo eso no va ser motivante?».





De seleccionado a profesor de educación física
El profesor sigue siendo seleccionado de básquetbol y de natación. Nada en la Universidad de Chile y en básquetbol, entrena a una selección senior con la que hace giras nacionales e internacionales. Es igual de activo como deportista, que como profesor. «Me encanta enseñar y transmitir todo lo que mis profesores normalistas me enseñaron. Un deportista es para siempre un estudiante», dice.
El año en que empezó la docencia en educación física en San Felipe, probó primero en un colegio particular pagado. Pronto dijo: ‘No, yo tengo que hacer algo público’.
Estudió con profesores normalistas en la básica, de la cual tiene, según cuenta, muy buenos recuerdos. «Los profesores normalistas se entregaban al 100% con cosas tan esenciales como pegar un botón. Eso, a través del deporte, me motivó siempre a la educación», dice.
Cuando se le pregunta qué es lo que más le gusta de ejercer como profesor, responde: «Entregar. Entregar, entregar y entregar. Porque los niños necesitan que les entreguen ese conocimiento. Necesitan que les entreguen esa atención. Hay niños muy vulnerables, entonces esta escuela es como el patio trasero de su casa. Pasan más tiempo acá que en su propia casa. Me motiva que ellos me necesiten».
Para él, el conocimiento que entrega la educación física es el respeto mutuo, el manejo ante la adversidad y actividades de competencia con ganadores y perdedores. Esa es la enseñanza que le gusta transmitirle a las y los estudiantes de 1ero básico. «Quien pierde debe aprender a recogerse y el ganador a enfrentarlo con humildad», les dice. Pero luego, inmediatamente les recuerda: «Cuando ustedes salen de su sala, se cambian a otra vestimenta más cómoda, yo veo que son felices’.
Multi-culturalidad y respeto a través de la educación física
La Escuela Ciudad Santiago de Chile, ubicada en la calle Santiaguillo #1053 en Santiago Centro. Su sello fue consignado por su comunidad educativa, donde estudiantes y padres decidieron que la educación y convivencia se enfocara en el respeto. También en tres disciplinas de manera transversal: ciencias, artes y deporte.
Sobre el respeto y la multiculturalidad, el profesor Julio Faúndez asegura que es fundamental para la comunidad, porque hay cursos donde no hay ningún niño o niña de nacionalidad chhilena. «Nosotros tenemos una población multicultural que ha crecido mucho durante los últimos años. Eso es nuestro fuerte acá: el trabajo con niñas y niños que llegan de otros países. Son todos los niños iguales. Adaptarse y recibirlos como corresponde, es un plus del establecimiento», enfatiza.
Uno de los grandes triunfos para su asignatura fue crear un convenio con la Universidad Central para que los estudiantes de básica de la escuela vayan a nadar a la piscina temperada en su hora de educación física. Se van todos juntos caminando con el profesor y los asistentes, porque la sede queda a 10 minutos de la escuela.
«Yo siempre les digo: ‘La natación es un deporte que te puede salvar la vida’. Que ellos puedan ver que existe la piscina temperada, que existe una universidad donde practicar el deporte, es invaluable. Ya hay apoderados que quieren seguir en el curso de natación de forma particular. Se creó una necesidad», dice con emoción.

Lo justo y necesario
El profesor se trajo un cuadro pintado al óleo que le regaló su sobrina en San Felipe. Tuvo que embalarlo y viajar con él en un bus, luego subirlo a un taxi con parrilla, llegar a la escuela, tomar una escalera e instalarlo en el frontis del escenario que tiene el gimnasio que usan para entrenar y para los actos oficiales. Fue un viaje de casi 6 horas.
El cuadro muestra a una joven practicando gimnasia artística. Es imposible no verlo en el gimnasio. «Se transformó en un sello. Ojalá que cada persona que venga de afuera lo mire y diga ‘que cosa más bonita’. Igual que con nuestra educación.
La educación pública sigue siendo su misión principal. Y a pesar de todos los logros, Julio Faundes cree que aún hay cosas urgentes. «Si tu entras a mi oficina, es como entrar en los años ‘70. Me gustaría que eso cambiara. ¿Por qué? Porque el entorno de los niños a veces puede ser muy deficiente, incluso, de hacinamiento. Necesitan ver algo mejor para saber que ellos también pueden llegar a las buenas condiciones y soñar con entornos aún mejores», dice.
Por lo mismo, sigue moviéndose con sus redes para aportar cosas al establecimiento. Lo último que trajo, fue un aro de básquetbol para el patio, que se consiguió con uno de sus amigos en la selección senior de básquetbol que dirige.
«Creo que la educación pública chilena es como una pobreza franciscana. Los franciscanos tenían de todo, pero poquito. Cama de madera, todo limpio. Lo justo y necesario. La educación pública tiene lo justo y necesario», concluye.