Ganador Global Teacher Prize: El profe que levanta el rock diferencial

Luis Felipe Soto Global Teacher Prize Chile

Luis Felipe Soto (38) acaba de ganar la categoría de Educación Musical de los premios Global Teacher Prize en Chile. El premio es como hablar de los Premios Nobel de la educación y permitirá que el profesor en Artes Musicales de la Escuela Juan Sandoval Carrasco en Santiago Centro, compita en el concurso internacional por un premio de un millón de dólares. Es un reconocimiento global por realizar una contribución excepcional a la educación.

Global Teacher Price SLEP Santiago Centro

Una estudiante con sordera que toca la batería en «La voz de los 80» de Los Prisioneros. El plan de que sus estudiantes con dificultades motrices toquen la guitarra o el piano solo moviendo la retina de sus ojos. «El impacto es que el público que asiste a los conciertos de nuestra banda de rock ve lo imposible hacerse posible», comienza a contar.

Luis Felipe Soto hace música en la Escuela Diferencial Juan Sandoval Carrasco en una sala que el establecimiento habilitó después de la pandemia. En marzo de 2021 los instrumentos habían quedado guardados en una sala inhabilitada.

Pero los estudiantes, le pidieron al profesor que les enseñara en el patio del colegio durante los recreos. En esos minutos, que fueron creados para que ellos elijan lo que quieren hacer sin obligaciones, eligieron tocar metalófono, guitarra y percusiones.

«Los entiendo tanto», dice Luis Felipe. «La banda de rock se ha creado con el puro entusiasmo de los chicos desde la época en que no teníamos sala de música y ocupaban sus recreos para tocar. Me recordaba a cuando yo estaba en el liceo no tenía un espacio para tocar música. No quería ir al colegio, lo único que quería era venirme luego a la casa para tocar mi instrumento«, reflexiona para después aclarar: «Yo vengo del rigor».

El profesor de Artes Musicales y Educador Diferencial, antes de ser todo esto, fue soldador. Estudió en el Liceo Industrial Chileno-Alemán, donde le prepararon para «para la vida laboral, para ser mano de obra», dice.

En algunos casos, la gente entraba a la universidad después. «Pero no era mi caso. Necesitaba ayuda para comprender lo que leía, mayores habilidades en matemáticas que no tenía en ese entonces, porque mi foco estaba en otro lado», dice. Ahí, encaminado a un destino que luego le depararía cuatro años en la industria metal-mecánica, conoció el violín.

Soldaba de día, soldaba de noche y mientras lo hacía, descansaba tocando el violín. El talento rindió pronto, porque entró a la orquesta de la Universidad Mayor, se ganó una beca y empezó a estudiar Pedagogía en Artes Musicales.

Era el año 2009, la Ley PIE que creó el Programa de Integración Escolar acababa de ser promulgada y estaba en boga. La universidad comenzó a hacer diversas charlas para introducir a la siguiente generación de pedagogos en la Ley que cambiaría el juego en las escuelas y liceos. Ahora, los estudiantes de escuelas especiales comenzarían a migrar a establecimientos regulares.

Luis Felipe Soto fue ha todas esas charlas. «Era mi sueño entrar a la universidad, así que cuando lo logré, iba a todas, tenía que aprovechar», recuerda.

Una de ellas la dictó un profesor español que hablaba sobre cómo la música aumentaba significativamente la participación de los estudiantes de escuelas diferenciales. La idea no se le olvidó más.

«Cuando la música empezó a ser un aporte en mí, me di cuenta que mejoré en la atención, en mi capacidad de resolución de problemas«, cuenta. Cruzó los cables con lo que estaba aprendiendo a la vanguardia en educación y continúo por ese camino hasta su tesis. «Me di cuenta que podía ayudar a otra gente».

Todos pueden tocar Rock

Cuando egresó, Luis Felipe Soto hacía clases en cuatro escuelas regulares diferentes. Hasta que llegó a la Escuela Diferencial Juan Sandoval Carrasco ubicada en la calle Lord Cochrane 1819, Santiago Centro. Es uno de los 43 establecimientos que serán sostenidos por el SLEP Santiago Centro a partir de 2026.

Ahí le ofrecieron, de a poco, que dedicara toda su jornada a los estudiantes. Era un desafío, Soto no era Educador Diferencial y la escuela, educa y facilita el acceso a niñas, niños, adolescentes y adultos con Discapacidad Intelectual, Trastorno del Espectro Autista y Discapacidad Múltiple.

«Durante los primeros siete años, fui aprendiendo a trabajar como profesor diferencial siendo profe de música, gracias a la colaboración con los docentes asistentes de aula«, relata. Para la pandemia, una colega lo impulsó a tomar el curso de Lengua de Señas impartido por la Escuela Básica Especial Santiago Apóstol de la misma comuna.

«Me dijo: ‘Algún día te va a tocar un niño con sordera y tú vas a tener que garantizarle su derecho a aprender‘. Eso me movió. Tomé el curso de un año en la escuela y después, saqué la Pedagogía Diferencial en dos años en la universidad», cuenta.

Dicho y hecho, porque meses después, Luis Felipe Soto se encontró mirando a las y los estudiantes de la Juan Sandoval Carrasco bailando en los recreos y vio a Daniela. Recuerda que le sorprendió el ritmo que tenía incluso a un nivel técnico, porque Daniela tiene sordera.

La invitó a la sala de música que habían inaugurado en junio de 2021 y le pidió que se sentara en la batería. «Tenía mucha curiosidad de ver cómo lograba el ritmo. La escuché y luego le pregunté si le gustaba tocar la batería y me dijo que sí, que lo sentía todo a través de los golpes con la baqueta», cuenta hoy. La invitó a formar parte de la banda que se dedicaba a ensayar en los recreos (ahora con una sala habilitada, guitarras eléctricas conectadas, micrófonos, teclados, bajos y una batería).

Global Teacher Price SLEP Santiago Centro

Otros estudiantes también escucharon y se empezaron a entusiasmar. Comenzaron a llegar de 1, de a 3 o de a 5 a ver qué estaba pasando, qué era ese «ruido». En la Escuela, hay varios espacios para el recreo, donde se baila, se juega, se divierten. Pero algunos, encontraron su espacio seguro adentro de la sala de música después de conocerla.

Así se formó la banda de rock «Rompiendo Barreras» de los estudiantes de los talleres profesionales que tienen hasta 26 años. Además, Luis Felipe hace un Taller de rock «Música, Pasión y Actitud» los lunes y miércoles en la tarde; clases a las niñas y niños del área de párvulos entre 3-5 años y clase a adolescentes de 15. Pero la banda creció tanto, que comenzaron a ir a mostrar su talento afuera de la escuela.

Lo primero fue un concurso de escuelas en el Museo Violeta Parra donde se presentaron con «La Voz de los 80» de Los Prisioneros y «La Jardinera» de Violeta, pero en versión rock. Fue tanto el impacto en el jurado, que crearon la mención honrosa solo para reconocerlos. Se ganaron un amplificador y eso, impresionó a los estudiantes de la Juan Sandoval Carrasco.

«Aquí fueron aprendiendo sobre constancia y esfuerzo diario que va dando aprendizajes en corto tiempo. Nos demoramos un mes en montar una canción, cada instrumentista va aprendiendo su parte de a poco. Ahora la banda tiene siete canciones con un show en vivo de más de 30 minutos», dice.

En octubre del año pasado, la banda hace giras por universidades y escuelas de la capital. Fue entonces que Luis Felipe Soto encontró la respuesta que le faltaba para postular por su cuenta al Global Teacher Prize.

«Ir más allá» en el Global Teacher Prize

Con la inquietud que le caracteriza al profesor, él llevaba cuatro años intentando mandar una postulación al Global Teacher Prize Chile para apostar por recursos para seguir formándose como Educador Diferencial y en música. Cuatro años llenando un formulario en el que nunca terminaría por apretar el botón «enviar».

«No podía cerrar la postulación porque había un punto que no podía responder. Ese punto decía: ¿De qué manera usted está formando ciudadanos globales, con pensamiento crítico, capaces de aprender de sí mismos? Eso me llevo a cuestionarme: ‘Sí, tengo una banda de rock que es inclusiva… ¿Pero qué estamos haciendo realmente?’»

La respuesta llegó cuando empezaron a hacer las giras por universidades y colegios de la Región Metropolitana, las que en un principio contemplaban solo diciembre para celebrar la Semana de la Inclusión. Pero la banda «Rompiendo Barreras» comenzó a ser muy solicitada, así que ampliaron la gira a octubre, noviembre y diciembre.

«La gente vio lo imposible ser posible en nuestros conciertos», dice con orgullo el profesor. «Cuando terminábamos de tocar, la gente se acercaba a felicitarnos de verdad, con emoción. La palabra «shock» era recurrente. Se preguntaban cómo una estudiante con sordera podía tocar la batería. Cómo lo hacíamos para tocar más de 30 minutos, canciones completas, con estudiantes que tenían dificultades motoras. Ahí supe cuál estaba siendo el impacto de esta clase: sensibilizar a la comunidad oyente. Todos podemos tocar rock», dice.

En agosto de este año, Soto recibió la confirmación de que había pasado la primera etapa del concurso Global Teacher Prize Chile organizado por Elige Educar. Luego la segunda, luego la tercera. La Escuela Juan Sandoval Carrasco lo apoyó con lo necesario: tiempo para grabar las clases y enviar los videos. Y fe. Sobre todo fe.

«Para el anuncio de los seleccionados a la final, los estudiantes, profes y asistentes estaban conmigo en el patio viendo la transmisión en vivo y por redes sociales. Cuando anunciaron mi nombre no lo podíamos creer. Nos abrazábamos con los chicos, gritábamos de emoción», recuerda.

Mismo abrazo que le dieron ayer los integrantes de la banda cuando se encontraron abajo del escenario del Teatro Municipal de Las Condes con su profe, ganador de la categoría de Educación Musical. Estaban vestidos de gala, la ocasión lo ameritaba. Él, que les dio un motivo para ser reconocidos como referentes, que les abrió la sala para que encontraran una pasión y que les entregó su recreo para que no dejaran de tocar música, ahora estaba siendo reconocido por la comunidad educativa nacional.

Ahora: que los estudiantes tengan acceso total a la música con tecnología

Antes de ese momento en el Global Teacher Prize del 4 de noviembre y durante esta entrevista, Luis Felipe Soto adelantó lo que soñaba con hacer si ganaba el premio.

«Quiero una máquina que lee la retina y permite que los estudiantes con dificultades motoras puedan tocar un instrumento con sus ojos, solo mirando una pantalla. También terminar de construir un panel que creamos aquí, que es touch y se programa con un computador. Así también se puede tocar un instrumento«, dice.

Su sueño más grande: volver a estudiar programación, para aprender a usar estos artefactos de vanguardia, creados para que los estudiantes tengan acceso a desarrollar su talento.

«Está floreciendo todo lo que he cosechado y al mismo tiempo», finaliza Luis Felipe Soto. Con una hija de 18 años, un hijo recién nacido de un mes, clases de educación diferencial en música en la universidad, tocar en la orquesta de la UNIACC, hacer clases particulares y la jornada completa en la escuela, tiene mucho a su haber. «Ya me recomendaron que salga un rato de la sala de música a almorzar con los otros profes. Que me tome tiempo en los recreos también para mí», cuenta con ternura.

Está viendo los frutos de un trabajo incansable que responde a lo más simple, pero lo más importante: la felicidad que da tocar un instrumento junto a otros.